viernes, 16 de junio de 2017

¡Cómo puedes comer eso!


Un juicio sumarísimo (y severísimo) a la industria alimentaria. Té verde chino con pesticidas, carne de caballo vendida como carne de buey, mermelada de fresas sin fresas, pimiento indio aderezado con excrementos de ratón, leche infantil al toque de melamina... Christophe Brusset, directivo de grandes grupos de alimentación durante más de dos décadas, cómplice y testigo de muchas de estas prácticas, rompe con este libro la ley del silencio que impera en un sector en el que el fraude, a menudo, es la norma. Desde las bambalinas de la industria alimentaria, Brusset sumerge al lector en el día a día de un empresario alimentario, espectador privilegiado de la que parece ser una competición planetaria para suministrar materias primas cada vez más baratas, en medio de una absoluta impunidad.

Si piensas que tu vida es aburrida y que no tiene demasiada emoción, si no dejas de suspirar porque estás deseando vivir alguna aventura en la selva o ir a Supervivientes, hoy es tu día de suerte porque tenemos la solución perfecta para ti: vete al supermercado. Sí, ir a una tienda de alimentación y elegir qué vas a poner en el plato es casi como caminar en un alambre, como desactivar una bomba. Y para que sepas cómo enfrentarte a esta aventura, para que salgas indemne y, sobre todo, para que tu salud no se resienta, te traemos ¡Cómo puedes comer eso!, de Christophe Brusset y publicado por Península (Planeta), donde nos revela los secretos de la industria alimentaria y que tiene dos objetivos fundamentales: alertarnos sobre algunas prácticas no demasiado saludables de las empresas que se dedican a llenarnos la mesa diariamente y darnos las pautas y las herramientas para convertirnos en consumidores críticos. Y te lo digo desde ya, ¡prepárate a flipar!
            Algo está pasando cuando en el mundo mueren más personas por comer demasiado que por no comer lo suficiente. Así, como lo oyen. Además, un tercio de la población ya sufre sobrepeso. ¿Qué culpa en todo esto tiene la industria? Pues, a juzgar por las palabras del autor, mucha porque a las empresas que nos dan de comer no le importan nuestra salud ni nuestra felicidad sino nuestro dinero. Sí, parece frío, pero es así: sólo quieren hacer caja. ¿En qué se traduce esto? En, por ejemplo, mermelada de fresas sin una pizca de fresas, botecitos de orégano con más de la mitad de otra hierba que no es orégano pero que es hasta seis veces más barata, salsas de tomate concentrado hechas a partir de tomates podridísimos, tés con mucha más cantidad de pesticidas de la permitida, jamones de york hinchados con azúcar, glutamatos y gelificantes, fiambres que tienen al adjetivo de ahumados porque le inyectan una mezcla que se llama humo líquido, productos que están en contacto con el envase de cartón que tiene aceites cancerígenos, los misterios del contenido de la carne picada, verduras en mal estado que se rebozan para poder venderse y así muchas más historias, cada cual más escandalosa o más terrible. Sí, el autor, que es un empresario que acumula más de veinte años en el sector, no tiene reparos en poner el foco sobre estas prácticas tan poco transparentes. Su denuncia es alta, clara, eficaz.
            Lo malo, muchas veces, de este tipo de libros es que uno no le da ningún tipo de autoridad, no termina de creérselos. No éste es el caso. Primero, porque el autor demuestra su experiencia en el sector y segundo porque no se limita a denunciar las malas prácticas de muchas empresas obsesionadas con ampliar el margen de beneficios. Al revés, Brusset da claves para convertirnos en consumidores críticos. Y entre los primeros consejos están evitar las importaciones del gigante chino, eliminar de la bolsa de la compra los purés y los polvos y, aunque no nos guste demasiado, no caer en la tentación de comprar lo más barato. ¿Por qué? Porque tiene más elementos perjudiciales, seguro. Nadie da duros a cuatro pesetas –este refrán sólo lo entenderéis los que cierta generación-. El autor, aparte de su compromiso con la alimentación, sabe cómo contar historias, sabe cómo enganchar al lector. Además, lo narra todo con un fluidez y una claridad que se agradece.
            ¡Cómo puede comer eso! es un trabajo periodístico y de investigación de primer nivel en el que subyace la premisa de que alimentarse bien es curarse día a día. Leer las advertencias de Christophe Brusset no sólo pone los vellos de punta sino que hace que se nos enciendan las alarmas. Y cuando estéis enfrascados en la lectura, haréis lo mismo que yo: ir a la despensa y ver cuántos productos indeseables tenéis. A Dios pongo por testigo que no volveré a comprar esto o aquello. Señores, esto es, sin duda, una lectura apasionante, pero también útil. Y para esto debe servir también la palabra: para denunciar. Porque en este caso el beneficio es doble: leer salva y comer bien también salva. 

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