martes, 14 de febrero de 2017

Patria


El día en que ETA anuncia el abandono de las armas, Bittori se dirige al cementerio para contarle a la tumba de su marido el Txato, asesinado por los terroristas, que ha decidido volver a la casa donde vivieron. ¿Podrá convivir con quienes la acosaron antes y después del atentado que trastocó su vida y la de su familia? ¿Podrá saber quién fue el encapuchado que un día lluvioso mató a su marido, cuando volvía de su empresa de transportes? Por más que llegue a escondidas, la presencia de Bittori alterará la falsa tranquilidad del pueblo, sobre todo de su vecina Miren, amiga íntima en otro tiempo, y madre de Joxe Mari, un terrorista encarcelado y sospechoso de los peores temores de Bittori. ¿Qué pasó entre esas dos mujeres? ¿Qué ha envenenado la vida de sus hijos y sus maridos tan unidos en el pasado? Con sus desgarros disimulados y sus convicciones inquebrantables, con sus heridas y sus valentías, la historia incandescente de sus vidas antes y después del cráter que fue la muerte del Txato, nos habla de la imposibilidad de olvidar y de la necesidad de perdón en una comunidad rota por el fanatismo político.

Ando aún convaleciente. ¿De qué? De esta lectura, de su recuerdo. No me la quito de la cabeza. Hacía tiempo que no me pasaba algo así. No me andaré por las ramas: Patria es una obra maestra. Sí, señores, una novela redonda y monumental, una historia de peso –que no pesada- sobre lo que somos (o fuimos) como sociedad, un mural absolutamente conmovedor del País Vasco en sus últimos treinta años. Fernando Aramburu, el autor –sobran las presentaciones-, ha conseguido plasmar a través de nueve personajes la historia, los miedos y los desvelos de un pueblo. No se dejen cansar por la sinopsis, háganme caso. Esta novela va de ETA, pero va de algo mucho más grande: el amor, o los amores. El de alguien por su patria, el de otro por su hijo, el de alguien por la paz, el de uno por su amigo. Pues sí, hablemos de amores y de pasión.
            Para lo que hemos vivido fuera del País Vasco, la lucha armada de ETA eran unos titulares en un Telediario, un puñado de imágenes sangrientas –ambulancias, cristales rotos, cuerpos en la calle tapados por mantas- y los minutos de silencio en el instituto o en el puesto de trabajo. Sí, yo no he vivido ese horror, tampoco lo he sentido; lo he conocido de lejos (si a eso se le puede llamar conocerlo). Patria me ha abierto los ojos, se me ha metido en las tripas. La cosa no era tan sencilla, ni tan simple. La historia es la siguiente: dos familias, dos matriarcados quedan, de repente, separadas porque el padre de uno de ellos, un empresario medianamente exitoso, es amenazado por ETA, que cada vez le pide más dinero y termina matándolo. De repente, la amistad se rompe de manera fulminante. Unos intentan defenderse de la coacción; otros luchan para liberar Euskadi. Y así la amistad se convierte en un pulso, y los amores se transforman en rabia, en llanto.
            Algo nos queda claro después de leer Patria: que la violencia tiene muchos disfraces, pero que la muerte se presenta siempre con la misma cara. Y tenemos un puñado de historias que se desarrollan -la gente ama, se casa, se ríe- sobre ese telón de fondo que es la sangre, el miedo a señalarse, la necesidad de no cabrear a los que mandan. Nada es fácil, nada es blanco o negro. Y nos acercamos al asesino, a la madre del asesino, a las víctimas del asesino, a los que lo aplauden y a los que lo repudian. Y todo, todo junto es una bomba literaria, algo cegador, un ensayo sobre la violencia, sobre la lucha de un pueblo, sobre las conquistas o las rendiciones interiores. Y como decía antes, sólo hay algo más grande que el asesinato y es el perdón. No se pierdan el retrato de los personajes ni esa polifonía narrativa con la que con tanto acierto se deleita Aramburu. Su estilo se cuela en el oído, está escrito pero parece hablado. No se asusten por las 600 páginas. Sí, es un tocho, pero sólo en apariencia, porque podría haber tenido 1200.
            Por si se les ha olvidado: Patria es una obra maestra. Y no lo digo porque aparezca en todos las listas como uno de los mejores libros de 2016 –merecidísimo, por cierto- ni porque vaya a ser adaptada a la gran pantalla sino porque pocas veces en una novela se aglutinan tantos factores: un estilo, unos diálogos, una historia, la virtud de hacer de lo particular algo global, la inteligencia de no caer en lo tópico ni en lo obvio, el poder de los detalles, la capacidad de levantar imágenes y de hacer entender las motivaciones de los personajes. Aramburu lo ha conseguido. Y así da gusto empezar el año. Leyendo Patria encontramos a los que luchan, el silencio de las víctimas, la dispersión de los presos, las torturas en los interrogatorios, la mentalidad de pueblo elegido, el papel de la iglesia. El conflicto se cuela hasta en los detalles, empaña el amor y la amistad, las relaciones sociales, y lo va haciendo todo tenso y artificial. La historia está concebida con 100 capítulos breves que funcionan como una novela. El narrador les da voz a los personajes a través de frases en primera persona. Y es más, en la novela se mezcla la ficción y la verdad, tiene anclajes en la realidad. De hecho, y por poner sólo un ejemplo: aparece él mismo como escritor.
            Patria es una novela epifánica, leerla es una revelación. Y ésta es, quizás, la magia de la literatura: la de hacer la realidad más contundente, más entendible. Fernando Aramburu se hace imprescindible con esta novela que está llamada a convertirse en un clásico, en algo necesario para conocer la historia de un pueblo. Y aquí, todavía temblando, sólo puedo darle las gracias al autor. Ésta es la grandeza de la literatura. Cuando es capaz de contar y de hacer entender la realidad

3 comentarios:

  1. Tengo este libro en la estantería y me está dando miedo ponerme con ella, que sólo leo reseñas muy positivas y las expectativas están muy altas. Me alegra ver que la has disfrutado tanto.
    Besotes!!!

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  2. Vaya, lo que dices es cierto.. Cuando uno vive lejos del epicentro de la violencia, las cosas llegan a parecer incluso, irreales... Me da susto que al leerlo sienta demasiado y termine llorando demasiado.

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  3. Que pasión le pones a la reseña, me ha encantado. No dejo de oir cosas buenas del libro, así que intentaré hacerme con él, si o sí. Besos

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