martes, 20 de octubre de 2015

Lila


Lila, de cuatro o cinco años, malvive en una casa de obreros inmigrantes en algún punto del Midwest de la década de 1920. Nadie parece preocuparse mucho por ella. Pasa el tiempo acurrucada bajo una mesa hasta que rompe a llorar y alguien la manda fuera de la casa. Un anochecer, una mujer llamada Doll se lleva a Lila. Sobreviven uniéndose a una banda de trabajadores nómadas en busca de empleo mientras el país se sume en la Gran Depresión. Pasan los años y para Lila la felicidad sigue siendo algo extraño. Doll ha desaparecido de su vida sin saber cómo y ella sigue su deambular, preguntando casa por casa si alguien tiene un trabajo para ella. Un día, para guarecerse de una tormenta, entra en una iglesia del poblado de Gilead mientras el reverendo John Ames pronuncia su sermón. A pesar de la diferencia de edad y de condición, Lila y el reverendo Ames vivirán una historia de amor como un milagro repentino e inexplicable. Lila huye de un pasado itinerante y brutal, y el reverendo recupera el sentido del amor cuarenta años después de la muerte de su primera mujer.
 Se intuye desde la sinopsis: que es una novela densa, de lectura concienzuda y personajes complejos, con cientos de aristas, y de intensas reflexiones. Lila está contraindicada para lectores impacientes, despistados o con poco tiempo; para los que sólo buscan en la literatura un poco de entretenimiento, para los que no tiene ganas de ser parte activa en la construcción de un relato que, como en nuestras vidas, a veces no pasa nada o para los que quieren únicamente secretos, persecuciones y misterios. Lila es otra cosa, más grande, más abstracta. Galaxia Gutenberg apuesta por esta peculiar historia que ha escrito la reconocida y multipremiada autora estadounidense Marilynne Robinson y con la que se cierra la trilogía que tiene en común el pueblo de Gilead, sus gentes y la vida rural y rutinaria de unos habitantes con ciertas inquietudes vitales. Hablemos pues de Lila, la protagonista de esta novela, y de los abandonos, de la búsqueda del amor y de la fe, de las ganas de entender, de esa soledad que no se quita con nada, ni con nadie. Ahí es nada.
            Todo ocurre con una pasmosa naturalidad en Lila: su crianza en una casa donde nadie la cuida, su rapto por parte de una mujer que después desaparecerá, su vagar por el mundo y su matrimonio con un reverendo mucho mayor que ella y con el que decide casarse porque sí, porque le apetece un poco de calor humano, de estabilidad. Y en esta existencia azarosa, llena de baches y de contrasentidos, nos encontraremos con una protagonista a la que han convencido de que no merece nada –“Si al menos fueras guapa”, le dicen continuamente-, a la le han repetido hasta la saciedad que su única meta debe ser sobrevivir. Y ella lo acepta sin rechistar y no le pide grandes cosas a la vida, pero quiere saber por qué le han tocado tantas desgracias. Y es aquí donde se abre uno de los grandes temas de la novela: la fe. Ella, mujer ignorante, le pide respuestas a su marido-reverendo, quiere saber por qué Dios actúa como actúa. Y tenemos aquí la parte más profunda, más vital, que conecta con ese debate que todos hemos tenido alguna vez: ¿hay un dios? ¿Nos deja libre albedrío? ¿Cómo se reparte la injusticia en el mundo? ¿Tenemos todos una ración de sufrimiento?
            Aparte de esas dudas sobre la fe, la autora nos pone frente a los ojos ese trauma que queda tras el abandono. Cuando los que deberían cuidarte, desaparecen: ¿se puede confiar en alguien? Y así es Lila, una mujer que no quiere apegos, que no se fía de nadie, que no deshace nunca las maletas porque en sus genes está la necesidad de huir, la determinación de no sufrir más. La protagonista que da título a la novela es el pilar sobre el que se sustenta la historia: a su alrededor se cimentan sus recuerdos y sus experiencias. Se van mezclando el pasado, el presente, sus pensamientos y sus ensoñaciones en un estilo brillantísimo, pero nada fácil. Insisto: no es fácil. Exige una concentración notable, aunque después, los beneficios son igualmente altos. Lila es una novela para lectores experimentados, para los que buscan en la literatura eso tan complicado de querer entender el mundo en el que vivimos.
            Lila es la literatura del milagro y de la redención, una historia ambientada en un pueblo polvoriento de Iowa donde pasa eso tan insólito para la protagonista como son el sosiego, la calma que sucede a la tormenta, existir sin dolor. Empapada de una espiritualidad fuerte –está sembrada de citas Bíblicas-, Marilynne Robinson se levanta como una voz indispensable en la narrativa actual: por su estilo, que parece nacer de las tripas, por ese supuesto caos con el que cuenta sus historias (pero que responde a una lógica interna muy clara), y por su fiereza a la hora de ahondar en lo que nos pasa dentro. Por libros como éstos uno quiere ser buen lector, un lector profesional.
PS: Ha ganado el premio Pullitzer, el del Círculo de Críticos, el Orange, y la lista sigue…

2 comentarios:

  1. Y yo sin conocer a esta autora? Nada, nada, me apunto bien su nombre y este libro.
    Besotes!!!

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  2. hola! No conocia este libro ni a la autora, pero me gustó tu reseña asi que voy a buscarlo!
    Me encantó tu blog, ya te estoy siguiendo! Te Espero por el mio :)
    un beso!

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