viernes, 28 de octubre de 2016

La sacudida


Un volcán se desploma y sepulta a tres mil personas mientras el huracán Mitch devasta Centroamérica. Un periodista vasco acude al lugar de la tragedia para hacer un reportaje y desentierra a un individuo sin identidad que agoniza entre los escombros. Pero el hombre a quien acaba de salvar la vida no es un completo desconocido. Pronto descubrirán que tienen muchas cosas en común: ambos se ocultan tras una identidad falsa y tienen numerosas muertes a sus espaldas. Y aún hay más: uno de ellos es un sicario que tiene la orden de matar a quien ahora se ha convertido en su compañero. Emprenderán un largo viaje por un escenario desolado, destruido por el Mitch, en el que deberán enfrentarse a sí mismos, descubrir quién es el otro y, finalmente, resolver el enigma final: ¿es esta una historia de víctimas y verdugos?
Siempre es un gustazo escuchar/leer a alguien que sabe de lo que habla/escribe. Se nota en la precisión, en la profusión de detalles y en la lucidez con la que aborda los acontecimientos. Fernando Goitia fue un periodista que estuvo cubriendo para algunos de los medios más importantes las consecuencias del feroz Huracán Mitch. Veinte años más tarde ha convertido sus recuerdos y sus vivencias en una novela que lleva por título La sacudida, publicada por Ediciones B, y en la que nos sitúa frente a la muerte y la destrucción, nos llena los ojos de escombros y nos obliga a reflexionar sobre la supervivencia y el valor de la vida. El autor construye un alter ego, un reportero curioso y decidido –¿acaso podría ser de otra forma?– que acude como testigo al lugar de la tragedia, pero un encuentro fortuito lo llevará por otros derroteros.
            Tiene esta novela una impronta que recuerda a una road movie, a uno de esos viajes iniciáticos en los que los protagonistas se salvan, se redimen, encuentran su otro yo. En este caso, La sacudida narra la historia de un reportero que salva a un desconocido sin saber que, este hecho, les transformará la vida a ambos: uno es un reportero con un pasado turbio; el otro, un ex guerrillero reconvertido en sicario. A raíz de este encuentro se inicia un viaje por una región devastada –no sólo exterior sino también interior– en el que se dialoga sobre las responsabilidades y el destino, sobre la culpa, la decepción y la búsqueda, sobre la supervivencia en el más amplio sentido. ¿Cuánto pesa el pasado en nuestras vidas? ¿Cómo influye nuestro entorno en nuestras decisiones? ¿Es posible huir de lo que hemos sido? Narrada en primera persona por los dos personajes principales, la trama se va armando como un puzle, y en ese paisaje global, vemos más muerte, más dolor y más desolación. ¿Es posible una salvación cuando casi todo está perdido?
            El estilo, y de eso es consciente el autor, está pulido, es potente y directo, seguramente herencia de sus labores periodística. Sabe cómo usar el lenguaje para crear tensión, para azuzar la intriga, aunque aquí todo está trabajado desde la lentitud. No hay prisas por contar, no apuesta por acciones vertiginosas en cada capítulo. Quizás la jerga latinoamericana obliga a estar más atento y ralentiza un poco la lectura, pero entiendo perfectamente que es un requerimiento de la historia. No os quiero engañar: La sacudida es una novela sobre la tragedia, pero la tragedia es un telón de fondo. Me explico: el huracán y sus efectos es parte del decorado porque la acción va por otro sitio y se adentra en otro terreno. No estaría por tanto dentro de las novelas de catástrofes, porque lo de fuera es sólo un elemento más para hablar de los fantasmas de dos personajes. Esta historia está concebida –o al menos así lo parece- como algo más profundo, y más intenso.

            La sacudida es eso: una novela sobre las sacudidas interiores, como símbolos de los temblores externos. Una historia creíble, compacta con un mensaje muy claro que al final lo importante es sobrevivir, a lo que sea. Aparecen la culpa, las malas decisiones y, sobre todo, la necesidad de redención. Fernando Goitia nos pone frente a la muerte y nos enseña que no sólo las catástrofes matan. Ahí lo dejo. Los reportajes que el autor escribió para El País sobre el paso del huracán Mitch en Nicaragua y que ahora inspiran esta novela fueron merecedores del premio Iberoamericano de Periodismo Lázaro Carreter.

2 comentarios:

  1. Pues creo que me podría gustar así que lo tendré muy en cuenta si me cruzo con este libro.
    Besotes!!!

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  2. Desde luego si ha construido una novela desde la experiencia y dandole trama me la quedo.

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