martes, 9 de febrero de 2016

Sumisión


Francia, en un futuro próximo. A las puertas de las elecciones presidenciales de 2022. Los partidos tradicionales se han hundido en las encuestas y Mohammed Ben Abbes, carismático líder de una nueva formación islamista moderada, derrota con el apoyo de los socialistas y de la derecha a la candidata del Frente Nacional en la segunda vuelta. François, un profesor universitario hastiado de la docencia y de su vida sexual, que a sus cuarenta años se había resignado a una vida aburrida pero sosegada, ve cómo la rápida transformación que sucede a la llegada del nuevo presidente al Elíseo altera la vida cotidiana de los franceses y le depara a él un inesperado futuro. Los judíos han emigrado a Israel, en las calles las mujeres han cambiado las faldas por conjuntos de blusas largas y pantalones, y algunos comercios han cerrado sus puertas o reorientado el negocio. Y la Sorbona es ahora una universidad islámica en la que los profesores conversos gozan de excelentes salarios y tienen derecho a la poligamia. Al igual que Huysmans, el escritor del siglo XIX convertido al catolicismo al que consagró su tesis, François sopesará pronunciar las palabras que le abrirán las puertas de la religión islámica y de una nueva vida: «No hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta.»
 Michael Houellebecq es –o tiene fama de- alcohólico, misógino, racista y hasta pornógrafo. Unos dicen que es el mejor escritor francés vivo; otros creen que está tan lleno de complejos que sólo retrata lo peor de la sociedad y que no deja de abordar los mismos temas, una y otra vez, pero en lo que todos coinciden es que es un provocador nato; incluso ha sido juzgado (y absuelto) por pasearse por los límites de la libertad de expresión. De hecho, tiene escolta, y más aún después de publicar Sumisión (Anagrama), que salió a la venta justo el mismo día del atentado de Charlie Hebdo, y donde imagina una Francia gobernada por la Hermandad Musulmana. ¿Y qué pasa entonces? ¿Qué cambios trae la subida al poder de los islamistas? En la universidad francesa sólo contratan profesores musulmanes, se permite la poligamia, se prohíbe que las mujeres accedan a ciertos puestos de trabajo. Y seguimos: se aceptan los matrimonios con adolescentes, se vigila de cerca la educación, se ignora a los judíos, que empiezan a abandonar el país. Y con este panorama es en el que conocemos al protagonista, François, un profesor amargado y tremendamente infeliz que se plantea si quizá viviera mejor adaptándose a los cambios. Podemos leer esta novela como una llamada de atención, como una alerta sobre si Francia (y también Europa) están a punto de estrenar una nueva etapa en la que les toca despedirse de las libertades que nos han acompañado durante tantos siglos o también como todo lo contrario. Lo cierto es que es una historia absolutamente perturbadora. Inquietante.
            «Es la sumisión. La idea asombrosa y simple de que la cumbre de la felicidad humana reside en la sumisión más absoluta». Así, con estas palabras que son como un mazazo y que pronuncia uno de los personajes, se resume la trama de esta novela; una historia sobre el declive, sobre la necesidad de obedecer, sobre la nostalgia por el orden que se pierde. No hay felicidad fuera de la sumisión a los otros, así es el ser humano, y con esa certeza lo cuenta Houellebecq. Para los lectores que conocen al autor, su estilo sigue siendo duro y fluido; para los que no lo han leído antes, tiene pulso, es aparentemente seco, pero con una extraña delicadeza. ¡Qué bonito es eso de retratar es caos desde lo poético, desde lo bello! Es una historia bien estructurada, bien llevada, con una habilidad innegable para trabajar y contagiar una tensión que es como una corriente de electricidad que subyace al argumento y que va creciendo en intensidad. Y lo más asombroso es que el autor mantiene la calma, relata los hechos con una impostada naturalidad.
Y Houellebecq no ahorra en pesimismo, no se autocensura al retratar esa nueva Francia en la que ya nada es como era: la Hermandad Musulmana, bajo la apariencia de moderación, transforma Francia y hace omnipresente el Islam. Sumisión asusta, estremece, engancha. Es una novela  política de ficción, una novela valiente de política de ficción. Nos convierte en adictos de esa historia que imagina Houellebecq. Y al final, justo en la última página, cuando uno toma aire y se llena los pulmones, no le queda claro si se trata de una advertencia o de todo lo contrario, si está alertándonos o si simplemente es la ficción, la (muchas veces inofensiva ficción. Lean, y decidan ustedes mismos.

1 comentario:

  1. No me he estrenado aún con Houellebecq pero veo que tengo que hacerlo. Y esta novela pinta muy bien por todo lo que explicas.
    Besotes!!!

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