martes, 8 de septiembre de 2015

La abuela civil española


Consuelo nació en Boeza, León. Un día se enamoró de Rogelio y juntos tuvieron una hija. En el invierno de 1950 se vieron obligados a escapar de una tierra que les era hostil. El franquismo y una oscura traición familiar los llevaron primero a Buenos Aires y más tarde a una isla en el delta del Tigre. Su nieta Sofía es quien se encarga de rescatar del olvido esa vida y hace hablar a su abuela Consuelo para convertir su memoria en relato. Sabe que Consuelo atesora algo que va más allá de una guerra civil y sus contingencias. Andrea Stefanoni compone un cuadro familiar íntimo, sostenido con los tonos de una prosa cálida que evita el sentimentalismo en dosis justas de ternura y rigor narrativo.
 A veces, uno tiene que cubrir su cuota personal de rebeldía, ya sea en la vida o en la literatura. En una época en la que la temática de la Guerra Civil –y sus cicatrices– está manida o simplemente pasada de moda, me lanzo a esta lectura con ganas, con curiosidad. Me apasionan el título, y también la historia y la Historia. Y ahora os cuento mis impresiones sobre La abuela civil española, de la argentina Andrea Stefanoni y publicada por Seix Barral, que habla sobre el exilio, sobre una pareja que aprende a vivir fuera de su tierra, sobre esa enfermedad crónica que es la nostalgia, que va calando –a los personajes, a los lectores– como una lluvia fina. Da la sensación de que la autora quiere poner en orden su pasado, darles a sus antepasados el lugar y el homenaje que se merecen: escarbar con las manos la tierra para saber cuáles son sus raíces, para conocer de primera mano de dónde viene, qué vivencias hay en su ADN. Es una historia que puede ser muchas historias, las de aquellos que optaron por desaparecer, por esconderse, por cruzar el charco en un viaje en barco interminable y sin retorno. En esta novela, la guerra no se aborda como un ente abstracto sino como la vivencia concreta y tangible de una pareja que sufre la guerra: sus penas, sus desarraigos.
            La abuela civil española, estructurada –muy acertadamente- en capítulos muy cortos, abarca tres generaciones, desde la de sus abuelos, que se vieron obligados a escapar de una muerte (o una tragedia) segura hasta la de la nieta, narradora de una parte de la historia, y que desgrana, con el tiento de quien tiene los recuerdos prestados, las vivencias de su familia. El estilo es conciso, con cierta tendencia poética, pero basándose, sobre todo, en una puntuación abrupta, inesperada, que llena el texto de cortes y de suspiros, que lo hace más desasosegante. Y recurre a los juegos de palabras, a las repeticiones y a retorcer las expresiones hasta buscarles más significados, hasta estirarlas semánticamente.
            Cuando Consuelo era una niña de siete años le dijeron que su madre, Elvira, había muerto de un susto. En aquel pueblo, los infartos eran sustos. Los cánceres, amarguras. La sífilis, pecados”: frases como ésta, que posiblemente pudiera aguantar el arranque de un buen libro, son las que corroboran el excelente tacto de Stefanoni para la prosa sonora, con peso. Igual que la tele nos ha acostumbrado a la sangre y a los inmigrantes en el mar, también nos hemos acostumbrado a las historias de la Guerra, pero lo terrible sigue ahí, palpitando en nuestro pasado: las persecuciones políticas, los enfrentamientos entre hermanos, la huida como única forma de supervivencia. Y la autora no se regodea en la tragedia, sino que la recrea con naturalidad. A través de esos capítulos cortos, que parecen escenas de cine, y de detalles, aparentemente inofensivos, va armando la personalidad de los protagonistas y esta historia sobre el desarraigo, sobre las heridas que nunca dejan de sangrar, sobre las otras muertes que provoca la guerra.
            A pesar de los artificios narrativos, esta novela destila verdad. Andrea Stefanoni borda, con La abuela civil española, una historia agridulce, empañada de nostalgia y de esa pregunta tan estéril de ¿por qué las cosas fueron así? ¿Cuál sería mi otra vida de no haber pasado esto? Hay una narración escrita y otra, como un negativo fotográfico, sólo esbozada, que planea sobre las páginas como un fantasma. Y lo mejor, de lejos, es el asombro, la admiración con la que la nieta relata y comparte la fortaleza de su abuela. Y deja claro un mensaje: a veces, volver atrás no es una opción. Porque las guerras nunca terminan del todo.
PS: Y le copio una cita: “ser feliz es un recuerdo inolvidable”.

4 comentarios:

  1. Libro interesante... es posible que lo lea
    lo tendré en cuenta
    un besote

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  2. ¡Hola!
    Es la primera vez que entro en tu blog y me encanta la cabecera :). Respecto la entrada no conozco el libro pero tiene muy buena pinta por lo que cuentas, tal vez en un futuro no muy lejano me anime a leerlo ya que me has dejado con ganas de más. La reseña es muy completa, Un abrazo <3
    Obsesión por la lectura

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  3. No me sonaba. Y me tientas mucho con esta novela.
    Besotes!!!

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